Los sentimientos que de manera
encontrada se presentan al ver la cartelera de las salas de cine de las grandes
(y oligopólicas) empresas de exhibición en Colombia, se generan principalmente,
porque si bien se ha ganado espacio con referente a variedad de títulos que se
ofrecen, y si bien en la capital son más las salas, variadas las opciones y los
espacios, aún se siente el agobio y la constante presencia del avasallante cine
estadounidense, y en particular del impulsado por las grandes productoras y
distribuidoras, que con sus historias y formulas mil veces repetidas, absorbe
una gran cantidad de público qué aún visita las salas públicas, reduciendo así
de forma considerable la posibilidad del espectador a una experiencia
cinematográfica mucho más edificante.
El trabajo de más de medio siglo
de personas, cine clubes, festivales y diferentes eventos de cine en Colombia
han dado como resultado que en las
carteleras de cine aparezca un pequeño aparte denominado “cine alternativo”, y
si bien éste no tiene la suficiente importancia debido a que es un esfuerzo
incipiente por absorber un pequeño y limitado número de personas que quieren
experimentar las diferentes facetas del cine, su implicación e importancia
dentro de nuestra mercantilizada y manejada sociedad, tratando de encontrar que
los medios de difusión, como el cine, son un soporte de nuestra cultura,
intentando se esta manera escapar de los productos regulares que la industria
cinematográfica tiende a lanzar al inconsciente colectivo, creando un freno o,
peor aún, un factor de retroceso al deformar la sensibilidad artística del
espectador, evitando que el escaso arte existente con posibilidades de
concertarse pueda cumplir con su función social.
El cine ha sido y es considerado
hasta hoy como espectáculo, debido a que el hombre únicamente es concebido como
espectador. Una nueva cultura cinematográfica surgirá de la validez de sus
ideas, de la originalidad de su lenguaje y sobre todo de la utilización
cultural y política que se haga de la misma. Un cine que moviliza, que inquieta,
que sacude conciencias, es no-racional en nuestro tiempo, porque es más
importante llegar a diez millones de personas y un número de ganancias
generadas por taquilla, que transformar la vida de un solo hombre con la verdad
que conlleva una idea, pues “el cine, si se hace bien, regala
pequeños fragmentos de vida que nunca olvidarás" Amarcord (FELLINI, 1973).
Allí entre la multitud, casi sin
ser vistos, en medio de esta zoociedad, se encuentran unas especies que, aunque
en vía de extinción, se niegan a dejar de existir. Se los ve en grupos pequeños
desafiando la soledad, el miedo de la noche y el más grande enemigo que tienen,
la indiferencia. La indiferencia de una realidad con la que todo el mundo
coexiste pero nunca vive. La realidad del cine. El cine y todos los medios
masivos que se meten en nuestras vidas sin permiso, carcomiendo la poca identidad
que nos queda como personas y como sociedad. Los cineclubistas, los cineclubes,
el cineclubismo, son palabras que flotan por ahí esperando que algún día cobren
su verdadero significado, y no permitan la invasión despiadada de todo lo que
vemos y escuchamos. Más que un bunker donde se refugian ciertos amantes del
arte cinematográfico un cine club debe ser el espacio para reconciliarnos con
lo que realmente es el cine en la sociedad actual, con su función artística,
crítica y hasta política. No debe ser únicamente la distracción de un martes o
un fin de semana. El cine debe ser un prisma que deje ver todo lo que nos llega
reflejado atraves de esa pantalla gigante. Nada esta creado definitivamente. El
cine no lo está. Y por ello un cine club es un espacio en donde permanentemente
se está creando la idea de cine, en donde permanentemente se construye y
reconstruye una sociedad y una realidad a través del lente de una cámara o de
un proyector. No es una labor fácil, sobre todo con el monstruo de la
indiferencia encima, pero es una responsabilidad social que alguien debe
asumir. Todo cine club es una modesta academia de arte cinematográfica, hoy tan
necesaria e importante en la vida diaria, no se trata de una simple erudición sino
de considerar al cine espejo de la realidad contemporánea en la que todos
actuamos y de la cual todos somos responsables.
Muchos leerán estas líneas y su
vida seguirá igual, pero siempre habrá alguien que se una a nuestra lucha por
no desaparecer.