lunes, 7 de abril de 2014

HOUSE OF CARDS O DE LA ILUSIÓN DE LA DEMOCRACIA



“La democracia está sobrevalorada”
Francis Underwood (Kevin Spacey)

La oferta de series televisivas en el mercado de la televisión por cable de los Estados Unidos, y que nos llega a nosotros en Latinoamérica por defecto, ha sufrido un cambio importante, puesto que la entrada de un nuevo competidor en la pugna hace cambiar un poco las perspectivas. La llegada, con gran fuerza, de la televisión por internet, y en especial de la apuesta que ha hecho NETFLIX por producir series de calidad, intenta hacer contrapeso a la producción tradicional de HBO y  a la propuesta relativamente nueva de MOVIECITY. Es por esto que quise ver House Of Cards, que si bien es una serie “original” de NETFLIX, no es una serie original en particular, ya que es un refrito (“remake” para los avanzados en el esperanto de nuestra época) de la Miniserie homónima de Andrew Davies y trasmitida por la BBC en 1990, ambas series basadas en las Novelas de Michael Dobbs.
Imagen tomada de: www.csfd.cz
House of Cards nos adentra en la ciudad de Washington y en particular en el mundo de la política que se centra en la Casa Blanca y en el Congreso de los Estados Unidos, como epicentro del poder del “mundo libre”. Esta serie nos inserta en la Elección del Presidente Garrett Walker, interpretado por el actor Michael Gill, y la promesa realizada al experimentado congresista Francis Underwood (Kevin Spacey) de convertirlo en Secretario de Estado, promesa que será incumplida y que generará los conflictos e intrigas que dan desarrollo a la serie.

Con la participación de la cuarta pared, es decir con un diálogo permanente con los espectadores, sólo el Congresista Underwood nos hará participes de sus pensamientos y nos narrará desde las trivialidades y apariencias de las relaciones públicas y políticas, hasta sus más profundos planes y deseos por hacerse a un poder mayor del que inicialmente se le prometió, intentando llegar a detentar el poder del “hombre más influyente del mundo libre” sin la emisión de un solo voto por parte de los electores[1].

En el devenir de esta meta y entre los avatares de la construcción de la legislación de los Estados Unidos que se desarrolla en las relaciones entre Representantes, Senadores, cabilderos representantes de empresas o “sindicatos”, y la participación de los medios de comunicación, seremos testigos de las redes que entre la avaricia, el manejo de favores y la imagen de “democracia” que se intenta dejar a través de los medios, se desarrolla como política de Estado en la Casa Blanca.

Claire Underwood (Robin Wrigth), esposa del Congresista Francis Underwood, cabildera y Directora de Clean Water Initiative, organización ambiental sin fines de lucro, o de Doug Stamper (Michael Kelly) jefe de personal y mano ejecutora de los planes del Congresista, personajes que rayan en la frialdad y el total desapego por el sentido de humanidad, entregan a House of Cards el toque de complementariedad a los juegos de la política, que se reducen a la elección que cada personaje debe realizar: lograr dinero o ejercer el poder, que se nos presenta en la serie como la elección entre lo efímero y lo perecedero para historia.


[1] Tema muy acorde a las realidades de la Ciudad de Bogotá por estos días.


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