Teniendo como marco a la ciudad
de Nueva York, en un contexto post 9/11, se introduce al espectador a la vida de Al Nashir Kahn, o como él prefiere ser
llamado: “Naz”, (Rizwan Ahmed actor y músico británico, que interpretó al
ayudante de cámara en la película Nightcrawler);
hijo de inmigrantes pakistaníes nacido en los Estados Unidos, con una familia que
conserva las tradiciones de Pakistán y vive rodeada de
la comunidad que comparte y fortalece las costumbres familiares . La madre
dedicada a las labores domésticas y a la crianza de sus dos hijos, que aunque
ya mayores se encuentran insertos en el
núcleo del hogar, que se complementa con un padre conductor y copropietario de
un taxi.
La aproximación a la vida
cotidiana de “Naz” es fugaz pero diciente, un muchacho que tiene buenas
calificaciones y que busca en los estudios universitarios la forma de generar
mejores condiciones para su familia; un
joven que desempeña labores de tutor en algunas materias para los estudiantes
deportistas, lo que refleja un compromiso con la comunidad y responsabilidad
individual del personaje.
Imagen tomada de: www.osn.com |
Pero todo buen muchacho tiene la
curiosidad de disfrutar de la vida, y en particular de la noche. Al ser
invitado a una fiesta en el centro de Manhatan, espera ser recogido por un
amigo, pero todos sus planes se derrumban al saber que no contará con el
transporte para asistir a la fiesta. Éste es el momento de quiebre, las
decisiones y circunstancias que a un hombre le pueden cambiar la vida. El
momento en que los dilemas hacen presencia y se encuentra la dicotomía de
actuar conforme a los elementos racionales o a las pasiones que hacen presencia
para determinar la vida de los hombres.
Naz toma el taxi de su padre sin
permiso, decidido a ir a la fiesta. Se extravía y en el camino es abordado por
una mujer joven y bonita en mitad de la noche en un lugar desconocido. Esta
cadena de eventos establecería un giro radical para sus planes iniciales. Un
simple “a la Playa”, marca el destino de una noche que inicia con un
posibilidad de romance, de aventura, de enfrentarse a lo desconocido y ser
guiado por la belleza y el misterio. Afrontar la noche, conocer sus
posibilidades y caminar en el mundo cercano, y alejado al mismo tiempo, de las
drogas, son los elementos que marcan el punto de partida de una carrera
desesperada por vivir lo hasta ahora no experimentado.
Imagen tomada de: s.newsweek.com |
Jack Stone (John Turturro, ícono
de la filmografía de los hermanos Coen y protagonista de Barton Fink) es un abogado que trabaja bajo una simple premisa
“gratis hasta que salga libre”, ya que no se enfrenta a grandes retos
judiciales, siempre busca la forma fácil para
resolver cada caso involucrándose lo menos posible, sin embargo, al
encontrarse en el “lugar correcto” y cruzarse con la mirada de Naz, la mirada
de un hombre perdido que se encuentra en condiciones adversas y desconocidas, se
involucra. Vuelve a creer en la justicia, a enfrentar un verdadero caso para
renovar la confianza en sí mismo y dejar de lado una cotidianidad que se pudre sin
expectativas más allá de su destruida vida familiar.
El detective Dennis Box (William
“Bill” Camp, Doce Años de Esclavitud)
es quien se hace cargo de la investigación. Un policía ad portas de su
jubilación que ve en la situación de Naz un caso fácil, una manera de retirarse
ejerciendo un gran acto de justicia, una forma de sacar de las calles a un
asesino por última vez en su carrera. Por estas razones se muestra como un
hombre curtido por las situaciones de la calle, que sabe hacer su papel de “matarlos
suavemente”, de mostrarse como una solución, como un amigo que quiere ayudar a
salir de ese gran problema, pero lo único que quiere es resolver con celeridad
lo que en inicio se presenta como obvio.
Las actuaciones encuentran, en el
ritmo lento de la historia, la manera para desarrollar su dramatismo; es el
drama entendido como una vivencia personal, como el diario vivir y sobrevivir
en una Nueva York diversa y nocturna, inmersa en el mundo del delito menor al
que se enfrentan los hombres de una manera natural, el mundo del robo, la
prostitución, el consumo de drogas, pero que encuentra en el gran delito una
manera de ahondar en los temores más personales de cada uno de los personajes.
La forma de descomposición
personal que sufre el protagonista responde a la máxima: “es mejor cometer
injusticias que padecerlas”. Eso es su vida en la cárcel, la transformación en
un verdadero criminal. La forma en que la justicia legal actúa en contextos
específicos genera que se emita un veredicto antes de conocer la realidad del
hecho a juzgar. Y en ese mismo sentido, se intenta conocer el límite de un
hombre, que se ve sometido a las condiciones más adversas que puede pensar, y
cuánto puede mantenerse antes de sucumbir a las condiciones que le impone el
entorno.
Una miniserie que intenta generar
un debate acerca de nuestros prejuicios, acerca de la capacidad que se debe
tener para comprender y analizar la realidad más allá de nuestras vagas y
simples opiniones. Es una invitación a superar las apariencias, a encontrar un
sentimiento de verdad por debajo de la capa de banalidad que cubre las situaciones de la vida.