sábado, 28 de noviembre de 2015

PERDIDA, UN TRILLER EN DOS TIEMPOS


Basada en la novela homónima de Gillian Flynn en el 2012, nos aproxima a la historia de la celebración del quinto aniversario del matrimonio de Nick Dunne (Ben Affleck) y Amy Elliot Dunne (Rosamund Pike) y particularmente la misteriosa desaparición de ésta última en un confuso evento que altera la rutina diaria del matrimonio. El director David Fincher (Seven, El club de la pelea, Red Social, Trilogía Millenium)  genera una historia circular,  que por medio de un constante uso de los Flashbacks establece el carácter de los personajes, las motivaciones y los eventos (y retorno) que alimentan el día del aniversario y los sucesos siguientes.

La historia juega con la narrativa, y con ella con nuestros prejuicios de los personajes, la idea del matrimonio, de la familia y las motivaciones que conllevan a la desaparición, todo desde la reflexión inicial que hace Nick mientras su esposa reposa en su pecho ambos tumbados en la cama: “¿qué nos hemos hecho a través de los años?”.

En el desarrollo de un thriller lo que marca la diferencia es la capacidad de envolver al espectador, Perdida a través de las actuaciones nos convence de la historia, los flashbacks nos arrastran a seguir el ritmo y a empezar a jugar al detective, seguir los rastros y sacar las conclusiones.


Sin tener un ritmo frenético, envuelve al espectador en la ansiedad, planta la duda y espera emocionar.




miércoles, 25 de noviembre de 2015

PELO MALO: El Regreso del Cine Venezolano

En la historia del cine latinoaméricano, el cine venezolano ha ocupado un papel central, no sólo por el hecho de que en Venezuela el cine hizo presencia casi de inmediato con la exhibición en la ciudad de Maracaibo las escenas fílmicas tituladas Célebre Especialista Sacando Muelas en el Gran Hotel Europa y Muchachos Bañándose en la Laguna de Maracaibo apenas un año después de que los Lumière empezasen las suyas en Europa, sino también por el hecho de que en los años cincuenta con la películas La Balandra Isabel Llegó Ésta Tarde de Carlos Hugo Christensen, y el documental Araya de Margot Benacerraf, ganan en el festival de Cannes, primera el premio a mejor fotografía y el segundo el premio de la crítica a mejor documental, ponen al cine de Venezuela en la élite del cinematografía latinoamericana.

Con éstas últimas películas, se marca una época que se extiende hasta los años sesenta y que se denominó como el “nuevo cine Venezolano”, nombre que tomó casi todo el cine que presentaba una gran carga de pensamiento social y que encontraba en movimientos como el “Free Cinema”[1] británico, el “Cinema Novo” brasileño y en las fuertes influencias del denominado “Nuevo Hollywood”[2], pero con mayor presencia de la “Nueva Ola”[3] a partir de la publicación de Cahiers Du Cinema.

Con éstas buenas bases y con el apoyo generado por parte del Estado, gracias a la bonanza del petróleo, se fue fortaleciendo la industria cinematográfica venezolana, lo que permitió que se pudieran financiar películas en la década del setenta y que ofrecieron buenas historias como Cuando Quiero Llorar No Lloro (1976), de Mauricio Wallerstein; Soy Un Delincuente de Clemente de la Cerda, Se Solicita Muchacha de Buena Presencia y Motorizado con Moto Propia (1977) de Alfredo Anzola, El Pez que Fuma de Román Chalbaud, o País Portátil (1979) de Iván Feo. Historias que se forjaban desde lo cotidiano, forjándose desde la marginalidad generada por la opulencia del país pero que contrastaba con la exclusión social, y que en esa violencia generada por la lucha por la supervivencia encontraba la riqueza de la narrativa que se hacía cada vez más extensiva, que cada vez se hacía más latinoamericana.

Ese tipo de cine fue perdiendo presencia en el ámbito internacional, no sólo por las crisis del petróleo de los años ochenta, o por las políticas públicas de los diferentes Gobiernos en Venezuela, sino porque el hacer cine se hizo cada vez más exclusivo, se generó un retroceso en los apoyos gubernamentales a las expresiones artísticas, lo que devino en la casi desaparición del cine venezolano, que al igual que en la mayoría de los países del continente, se consumió en las producciones Hollywoodenses que inundaron las salas.



Sólo hasta los últimos diez años el cine venezolano ha empezado a recuperarse. Los  nuevos apoyos generados a la industria cinematográfica han generado la posibilidad de volver a explorar el país desde las nuevas realidades. Es en éste nuevo marco que se presenta a película Pelo Malo de Mariana Rondón, una historia sencilla pero llena de elementos de reflexión que denotan una gran necesidad de plantear los problemas sociales.

Junior (Samuel Lange Zambrano) es un niño que tiene el pelo afro, o más conocido como pelo malo, y que para la foto del colegio sueña con tener el pelo liso, pues sólo quién tiene el pelo liso puede ser cantante, ser exitoso. Con una actuación muy natural se nos presenta la vida de éste niño que se encuentra en una familia desintegrada por la muerte del padre, una muerte en carnaval, una muerte por la intolerancia porque estaba vestido de mujer. La viuda (Samantha Castillo) se encarga de Junior y su hermano trabajando como vigilante, pero es despedida por una investigación por robo, por ésta razón su suegra (Nelly Ramos) y abuela de Junior, pues no reconoce al segundo hijo como su nieto, propone quedarse con el niño para aligerar su carga.

En ésta tragedia se encuentra un niño con una ilusión, con un sueño desfigurado por las imágenes comerciales, que conlleva a la negación de su cuerpo por el anhelo de ser reconocido, por ser diferente. Ese anhelo es mal entendido por la madre, pues empieza a creer que el niño querer tener el pelo liso porque es homosexual, y que esto deviene porque tiene una vértebra más en la columna o por la ausencia de una figura paterna.

La mirada escrutadora que Junior posa sobre las demás personas, tiene  la capacidad de incomodarlos y sacar del interior de cada uno sus mayores temores, lo cual genera que su presencia sea incomoda y poco deseada. Así mismo, el sentimiento de soledad y de ensimismamiento genera que Junior tenga comportamientos incomprensibles para los demás, o tal vez los prejuicios que los demás se manifiestan en la imagen de Junior cargando con desaprobación cada una de las acciones que el niño realiza.

Pelo malo es un cine que en Latinoamérica se torna incómodo, cercano y muy parecido a la realidad que nos circunda y que nos desborda. Éste es un buen retorno para el cine venezolano, acorde a su historia y lugar en la cinematografía mundial.







[1] Representado por los trabajos de Lindsay Anderson, Tony Richardson, Jack Clayton, entre otros.
[2] Representado por figuras como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Robert Altman y Woody Allen, entre otros.
[3] Representado por las películas de François Truffaut, Jean-Luc Godard, Jacques Rivette, Éric Rohmer o Claude Chabrol, y sobre todos ellos su precursor Jean Pierre Melville.

BIG LITTLE LIES Y LA NARRACIÓN ABSORBENTE

Big Little Lies es una miniserie cuya historia se desarrolla a partir de la investigación de un crimen del cual se desvelan los hechos en...