viernes, 21 de marzo de 2014

UNA BREVE COMENTARIO ACERCA DE VIRIDIANA



“La imaginación es libre, el hombre no”.
Luis Buñuel

Imagen tomada de: www.elpeliculista.com



Viridiana puede contener el sentido autobiográfico del momento particular de la vida de Buñuel, pues así como la película resulta ser una coproducción entre México y España, países entre los cuales se debatió Buñuel en los momentos más fructíferos de su carrera cinematográfica, del mismo modo sufrió la suerte del director, en tanto fue censurada su exhibición en estos países.

Viridiana es consecuencia del regreso de un largo exilio  y representa un poco la síntesis de toda su obra.  La película parte de un guión que escribió junto a Julio Alejandro, otro español exiliado, de ahí que se encuentre marcado por la represión y la limitación de libertad.  En Viridiana se (re)construye la realidad ante la cámara con el fin de retratar al hombre y a la sociedad sin libertades, ya que las expresiones de la libertad de estos se ven impedidos por factores externos (el gobierno, iglesia, etc.) o internos (el sentimiento de culpa, pecado, la moral burguesa, etc.) y sólo a través de la imaginación se puede explorar terrenos libres e imposibles, constituyendo así la enorme fuente de imágenes que merodean la totalidad del cine de Buñuel.

Mucho se ha discutido acerca del carácter provocador que tiene Viridiana, y es que siempre ha resaltado en el cine de Buñuel un deseo constante de perturbar y despertar la conciencia del espectador de una forma directa[1], pero es en su cine ya maduro, y aquí se sitúa Viridiana, en donde se intenta apartar de la mera provocación, intentando establecer una estructura lineal, impregnar con un aire realista y un discurso argumentado, el trasfondo que subyace, no ya en una imagen sorpresiva y subversiva, sino resaltando las profundas contradicciones de la conciencia humana, a través de una mirada mucho más pausada que representa la carga histórica del director, las desventuras de la historia y de la misma realización. Tiene pues Viridiana aquella primera mirada surrealista, pero mucho más incómoda al llevar el peso de la realidad.

Y es que si hay algo que caracteriza al cine de Luis Buñuel es una forma de indagar con la cámara, adentrándose en lo más convulsivo de la conciencia, en su puesta en relación y en contradicción con la conciencia social. Esta forma de elaborar las escenas se esconde en la sutileza de las tomas largas y en movimiento casi imperceptible, que se centra en las acciones pero que no deja de presentar el marco contextual de las mismas. Y es esta relación entre lo personal y lo contextual, donde se manifiesta el sentido provocador del cine de Buñuel, porque es en este espacio donde se introduce aquella delgada frontera entre la responsabilidad y el deseo, la razón y el sueño, la memoria y la imaginación.

Precisamente es este entrar en contacto con la fantasía interior lo que remite al entorno del que procede el autor. A pesar de que la forma estética y el discurso surrealistas fueron el inicio de su trayectoria cinematográfica, Buñuel consigue mantener en su cine lo subyacente del surrealismo, pero allí más comprometido con la representación de lo real.


[1] como en su primer filme en colaboración con Dalí, en un trabajo sin tapujos, con un montaje incoherente, súbito, con imágenes que no responden a lógica alguna sino a una asociación aleatoria manifestación de ese sentido surreal.

1 comentario:

  1. Irremediablemente la buscaré y la veré, leyendo recordé mis tardes - noches del cine club

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