jueves, 2 de febrero de 2017

LA LA LAND, Entre el Homenaje y la Discusión

Imagen tomada de: http://filmaffinity.com/
Escribir una película como La La Land es comentar una parte de la historia de la cinematografía mundial, es resaltar la importancia que tuvo el musical para la recuperación de la vida estadounidense después de la Gran Depresión. Éste filme intenta darle una reinterpretación al género musical actualizándolo e incorporando, a en particular de la actualidad del jazz, la discusión entre los géneros tradicionales y las formas de evolución que deben tomar para poder innovar.

El trabajo que realiza el director Damien Chazelle tiene una gran semejanza con el trabajo realizado por Michel Hazanavicius en 2011 con la película The Artist, puesto que se reconoce que las corrientes, los géneros y elementos técnicos que han aparecido en los últimos años en el cine lo han transformado y que aun así, existen en la historia de la cinematografía mundial elementos que pueden aportar a la actualidad del séptimo arte, aunque de la misma manera insinúa que hay ya muy poco por inventar.

En este sentido, el director demuestra saber muy bien lo que quiere, pues La La Land habla del pasado y del presente, usa el musical y el jazz como como medios para enfrentar la época de oro de Hollywood con un presente menos brillante, toma una sencilla historia de amor y la enfrenta a la realidad, enfrenta a los románticos soñadores con los realistas.

Es así como en La La Land se pueden diferenciar dos momentos, uno en el que se muestra la gran influencia del cine musical clásico, con una primera escena que puede resultar aterradora para aquellos que se dejan llevar por las primeras impresiones de un filme. En éste primer momento las referencias a los musicales de antaño son múltiples, pero también hacen presencia títulos míticos de Alfred Hitchcock, Michael Curtiz o Robert Siodmak, dónde se muestra que Chazelle es un apasionado cinéfilo, que intenta saldar cuentas con el pasado y la historia del cine. En el segundo momento la música empieza a tomar un lugar de fondo, lleva el hilo conductor de la historia, pero fluye de manera más natural con la historia de amor, permitiendo así que se desarrolle la excelente química que existe entre Ryan Gosling (Sebastian) y Emma Stone (Mía).

Imagen tomada de: http://amazonaws.com/
Ryan entrega al personaje su mirada triste y desarrolla una postura física que logra definir todo en Sebastian, un soñador tan apasionado como derrotado, un soñador aferrado al pasado del Jazz, un hombre que no ambiciona sino que sueña llegar a revivir los años dorados de un club de jazz. Emma sencillamente brilla. Es tal vez la estrella de la que habla la canción central. De tal modo que se permite su lucimiento personal, porque el gran peso de la historia se encuentra ligado a ella, a la cercanía física de su sueño de ser actriz, pues es una mesera que trabaja en la cafetería de un estudio de cine, aunque duda de tener el talento o la capacidad para soportar el ritmo que impone poder lograrlo, por lo cual se va alejando de su sueño hasta derrotarse.

La La Land es la historia de un hombre que intenta despertar la pasión en una mujer que duda de sí, de dos personas que encuentran en su historia de  amor el apoyo para lograr vivir, y en alguna medida luchar por lo que quieren, pero que también se ven enfrentadas a una realidad dura con los soñadores, una ciudad que no está hecha para ellos, que sólo vive en los logros pero que devora fracasos.

La La Land es un filme para complacer y para formarse una idea de que el cine puede ser lo que el espectador quiera, que puede elaborar y quedarse con el final que elija, un homenaje para el musical que a veces se hace tan difícil de ver.





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